El Rocío y Cañada de Rianzuela |
Queridos lectores!
Las marismas de El Rocío en la puerta del Parque Nacional de Doñana estaban ...
... totalmente secas después de los calurosos meses de verano:
El Rocío con sus caminos de arena tiene mucho encanto!
No hicimos el tour en todoterreno por Doñana porque nos dijeron por teléfono que apenas había aves. Curioso, esta información me la han dado ahora cuantas veces he ido al Parque y en diferentes épocas del año.
Pero esto no nos desanimó. Sí no había aves dentro del Parque las íbamos a buscar en su entorno y ...
... las encontramos!
Nos dirigimos a la Cañada de Rianzuela que ...
... me había encantada durante mi última visita en Abril 2010. Pero lo que nos encontramos esta vez sobrepasó con creces nuestras esperanzas. La laguna llena de agua recordaba a estos sitios en África donde en medio de toda la sequedad los animales encuentran comida:
Difícil de saber cuantas cigüeñas blancas estaban allí. Entre dos a tres mil seguramente. Impresionantemente bello y conmovedor!
También había muchas garcetas comunes, garzas reales, martinetes y garcillas bueyeras, además de flamencos rosados y moritos. Imágenes de una belleza que se me quedarán grabados en la memoria para siempre.
La distancia era muy grande y en ningún caso queríamos molestar a todas estas aves descansado y comiendo. Si bien una vía peatonal llevaba a través de la Dehesa a unos puntos de observación más cercanos, desistimos y nos quedamos en la pequeña carretera, disfrutando del ambiente y observando la caza ...
... de unos los jóvenes fumareles cariblancos:
En la superficie del agua flotaban algunos pececillos muertos que les llamaban la atención:
Y con gran habilidad ...
... los fueron cazando:
"Espera, pececillo, ya voy a por ti!"
"Pero esto qué es? Este pez no se mueve!"
"Que se coma esta carroña quien quiera! YO no!! Lo dejo caer simplemente al agua otra vez:"
Pudimos observar una y otra vez que los fumareles cariblancos cazaban, pero no se comían a los peces muertos. Mientras que las gaviotas reidores si se los tragaban.
De repente vimos volar a un tejedor amarillo. Tan divertido su vuelo que parece de un juguete de niños al cual se le acaba la cuerda rápidamente. Lástima, aterrizó muy lejos de nosotros:
Las muchas libélulas fueron mucho menos tímidas!
Cordialmente
Birgit Kremer